He soñado que estaba en mi casa paterna y olía a quemado. Hablábamos todos, la familia al completo, y olía a quemado en cada estancia, de forma evidente. Piotr Pavlovich Karamazov. Y nadie se percataba excepto yo. Nadie parecía preocuparse. Estoy releyendo "Los hermanos Karamazov", sí. Y entonces buscaba el origen de la chamusquina, y removía muebles en busca de algo quemado, levantaba sillas, apartaba papeles, tiraba libros. Y nada. Piotr Pavlovich Karamazov. Recuerdo estar en la cocina, una cocina pequeña pero acogedora, con un carrito donde preparábamos la mesa y luego la transportábamos al comedor, un carrito como de servicio de cocina antigua. Estoy releyendo "Los hermanos Karamazov", sí. ¡Ahá! Encuentro un foco de la chamusquina. Piotr Pavlovich Karamazov. Un enchufe, un enchufe recalentado, negro, tostado por una sobredosis de calor interno, de kilowatios que corren por las venas del edificio y de la familia. Pero nadie colabora. Y yo estoy contento de haber hallado el foco del incendio interior. Karamazov. Piotr. Pavlovich. Karamazov. Y así hasta que me he levantado -cómo no- empapado en sudor.
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Hoy he soñado con el Rey, unas asesinas guapísimas que me salvaban de un certero disparo, una fiesta con misa en Palacio, mi novia y un banquete privado. Creía que había despertado, y leo esto. Estoy impresionado.
ResponderEliminar¿Sueños palaciegos? Interesante.
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