Descubrí a Gibrat paseando por el Sena un domingo de diciembre, en una galería de arte que vendía -QUE VIVA FRANCIA- láminas de ilustradores de cómic a precios más que asequibles. Casualmente Gibrat estaba esa tarde en la galería, y así me lo indicó el galerista, señalándolo. Decliné acercarme al artista, claro. Simplemente admiré su obra y compré una postal.
Casi a la altura de las de Alex Raymond, las mujeres que dibuja Gibrat me fascinan. Chapeau.
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