El primero lo probé hace años, y sus daños colaterales me obligaron a un abandono unilateral.
El segundo lo he llevado usando desde pequeño, pero desde hace ya cuatro años vivo sin él.
¡Y qué feliz me siento!
Por circunstancias veraniegas he vuelto a encontrarme con el dichoso aparato, y pardiez que los daños no son colaterales sino frontales, directos, abrasivos, nucleares.
¡Qué bonito reafirmarse con una decisión!
¡Qué maravillosos cinco minutos de zapping para volver a sentirse tranquilo!
Y es que no me he perdido nada, no me interesa el medio, no puedo entender a la gente que le interesa y no logro entender quién está programando allí, quién "piensa" los informativos, quién está dirigiendo la publicidad, quién diseña las caretas, las sintonías, los claims y los mensajes.
Muerta, la televisión está muerta. ¿O seré yo el que lo estoy?
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