Nadie se acuerda ya, excepto MJK.
Mis primeros años noventa sin “Get a life” no hubieran sido lo mismo.
Esta divertidísima serie norteamericana protagonizada por el gran olvidado Chris Elliott, se emitió los mediodías de 1992 y 1993 en Canal + (en 1995 lo repitieron todo del tirón). La historia era sencilla, como las mejores historias: hombre de treinta años soltero, calvo y con barba, despreocupado, inmaduro y con acuciante síndrome de Peter Pan que sigue viviendo en casa de sus padres, Fred y Gladys, y hace más bien poco para salir de allí. Ligoteos (casi siempre fallidos), amiguetes (casi siempre unos gorrones de mucho cuidado) y anécdotas varias a cada capítulo que pasaba y en el fondo todo seguía igual. El trabajo “serio” de Chris era repartir periódicos por el barrio, poco más. Lo divertido de veras era que Chris moría en muchos de los episodios. Sí, sí, como Kenny en South Park, su personaje fallecía en situaciones inverosímiles como amigdalitis, aplastamiento de roca, etc…
¿Vendría a ser mi Sit Com de risas enlatadas garantizadas? Pues casi sí.
Era como una serie de dibujos animados pero con personas, muy muy delirante e imaginativa.
En una época tan grunge, con crisis económica en medio mundo, Aznar en la presidencia de España y los veinteañeros del momento intentando encontrar curro de mileuristas (¿recuerdan el manido concepto JASP?) aunque fuera de repartidor de correo comercial o reponedor en Virgin Megastore (¿remember?), una serie como “Get a life” se convertía en los 25 minutos más mágicos de los mediodías de los años noventa, y Chris era nuestro alter ego americano más fiel y entrañable.
“Today I am a man, I´m leaving home”: esa frase era la que los padres de Chris esperaban escuchar con ansias. En una ocasión, sus sueños se vieron cumplidos.
Mis primeros años noventa sin “Get a life” no hubieran sido lo mismo.
Esta divertidísima serie norteamericana protagonizada por el gran olvidado Chris Elliott, se emitió los mediodías de 1992 y 1993 en Canal + (en 1995 lo repitieron todo del tirón). La historia era sencilla, como las mejores historias: hombre de treinta años soltero, calvo y con barba, despreocupado, inmaduro y con acuciante síndrome de Peter Pan que sigue viviendo en casa de sus padres, Fred y Gladys, y hace más bien poco para salir de allí. Ligoteos (casi siempre fallidos), amiguetes (casi siempre unos gorrones de mucho cuidado) y anécdotas varias a cada capítulo que pasaba y en el fondo todo seguía igual. El trabajo “serio” de Chris era repartir periódicos por el barrio, poco más. Lo divertido de veras era que Chris moría en muchos de los episodios. Sí, sí, como Kenny en South Park, su personaje fallecía en situaciones inverosímiles como amigdalitis, aplastamiento de roca, etc…
¿Vendría a ser mi Sit Com de risas enlatadas garantizadas? Pues casi sí.
Era como una serie de dibujos animados pero con personas, muy muy delirante e imaginativa.
En una época tan grunge, con crisis económica en medio mundo, Aznar en la presidencia de España y los veinteañeros del momento intentando encontrar curro de mileuristas (¿recuerdan el manido concepto JASP?) aunque fuera de repartidor de correo comercial o reponedor en Virgin Megastore (¿remember?), una serie como “Get a life” se convertía en los 25 minutos más mágicos de los mediodías de los años noventa, y Chris era nuestro alter ego americano más fiel y entrañable.
“Today I am a man, I´m leaving home”: esa frase era la que los padres de Chris esperaban escuchar con ansias. En una ocasión, sus sueños se vieron cumplidos.
Curiosidad: el actor que interpreta a su padre, el tal Bob Elliot, es su padre en la vida real. Y su madre, Elinor Donahue, también. Imagináos…
Chris Elliott fue guionista de la mejor época de “Late Night with David Letterman”. Wow.
Ah, sí, banda sonora imprescindible de R.E.M.: “Stand”
Ayyyy, qué recuerdos…
Chris Elliott fue guionista de la mejor época de “Late Night with David Letterman”. Wow.
Ah, sí, banda sonora imprescindible de R.E.M.: “Stand”
Ayyyy, qué recuerdos…
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