Pan y circo...
Debo admitirlo. Las ilustraciones maniqueas, unívocas, no representativas, grandilocuentes y demagógicas de los períodos bélicos me fascina. Si, esas que ilustraban los periódicos más sensacionalistas con dibujos desmesurados que representaban a los malos muy malos y a los buenos muy buenos. El capital, el burgués malandrín, avaro e inhumano, el abatido y triste proletario intentando llevarse el pan a la boca, los cantamañanas, los mensajes unidireccionales del gobierno, los carteles de la calle para la gente de la calle, esa apelación emocional tan flagrante y ese receptor inocente moldeado por la vía de la empatía más elemental. Mi adoradísimo Winsor McCay también se ganó un dinero con su arte, y la verdad es que me fascina. Atención a dos ejemplos de tiras gráficas realmente espectaculares.
El discreto encanto de la burguesía...
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