Snif. He encontrado una cinta de cassette del año 80. 1980. Yo tenía 6 años. Sí. Sí. La he escuchado. Snif. En aquellos años se respiraba una inocencia abrumadora para con la tecnología. Mi padre compró un radiocassette y lo trajo a casa como si se tratase de la máquina del tiempo, la piedra filosofal, el aparato que iba a cambiar nuestra existencia. Algo de eso había, claro, pero lo que hacía para probar cómo funcionaba el bicho (además de poner el Carrusel Deportivo los domingos) era grabar a sus hijos en cinta de cassette. Grabarnos mientras decíamos tonterías, reíamos, jugábamos a coches y respondíamos a las típicas preguntas de padre jugando con sus hijos mientras los graba. Capturing the Botana´s. Madre mía, qué risa y qué penilla. Escuchar mi voz ha sido como un mazazo en la cabezota. Lagrimilla. Mi voz actual -los que me conocen saben que no gasto una voz precisamente dulce- dista taaanto de la vocecilla de niñajo barcelonés de finales de los años 70. ¡Es la repanocha, oigan!
Llevo un rato medio alelado con la capacidad de time-travel que ha supuesto escuchar a toda mi familia en riguroso "falso directo" ahora en 2012, treinta y pico años después. Jodó. Lagrimilla.
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