miércoles, 1 de julio de 2009

No Man Takes What´s Mine!


Cuando el mundo se pone cabrón y el colectivo te invade hasta decir basta, nada como una dosis de individualismo exacerbado del bueno. He vuelto a ver “El manantial”, de King Vidor, ESA PELÍCULA, y cada vez me gusta más. Me recreo como un onanista insaciable. Escucho el monólogo final de Gary Cooper en la piel de Howard Roark y me levanto para brindar. Otto se ha enterado que Slavoj Zizek dice que “El manantial” es “la mejor peli estadounidense de todos los tiempos”. Wow. Pero también se ha enterado de que están rodando el remake, con casting de altos vuelos (Brad Pitt, John Malkovich, Guy Pierce y Jennifer Connelly). Pero lo que más le fascina a Otto es la pluma que firmó esta joya: Ayn Rand (la chica de la foto). Nació en 1905 en San Petesburgo. Su verdadero nombre era Alissa Rosenbaum, era la mayor de los tres hijos de un matrimonio de comerciantes rusos que perdieron sus bienes cuando, en febrero de 1917, la revolución bolchevique ordenó la nacionalización de su pequeño comercio. Alissa estudió filosofía en la Universidad de su ciudad natal, San Petesburgo a.k.a. Leningrado, pero alimentó durante toda su juventud el deseo de salir de Rusia. El 26 de enero de 1926 con su título universitario y no más de 50 dólares en el bolsillo abandonó para siempre su país y a su familia para reunirse con unos parientes que vivían en Chicago. Pronto dejó Chicago y marchó a Hollywood donde encontró trabajo como extra de películas.

La figura de Rand es FASCINANTE. Como un Wittgenstein pasado de vueltas, Rand fagocitó toda la filosofía y decidió descartar la que no le aportaba nada (Platón, Kant, Hegel, Marx, Nietzsche) y adaptar la que sí le interesaba (Aristóteles y poco más) para su propio corpus philosophicus, el Objetivismo. El mensaje de la película, en la que Gary Cooper encarna a un insobornable, independiente y orgulloso arquitecto, viene a decir que el hombre, -cada hombre-, es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por sí mismo y para sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a otros para sí mismo. La búsqueda de su propio interés, propio racional y su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida. Es fácil comprender que en el mundo en el que nos movemos, que tiene una tendencia irresistible por colocar a sus individuos en grupos y colectivos, que no sólo no entiende ni acepta el individualismo, sino que ha conseguido convertirlo en el más grave pecado contra la solidaridad y la tolerancia, se hable poco de Ayn Rand y prácticamente se haya olvidado la existencia de sus obras. Pero Rand merece salir del olvido, Rand debe ser reeditada y leída en todas las escuelas, institutos y universidades. Y cuando uno está del colectivo hasta las narices, pues llega Rand y le lanza un cable a través del tiempo y el espacio.

“I don't build in order to have clients. I have clients in order to build!”

El discurso final de Gary Cooper (hasta el momento en que se rodó la peli -1949-, el más largo de la historia del cine), es épico. Aunque la propia Rand (que seguía el guión y el rodaje del film al milímetro) se enfadó con Cooper por su falta de entusiasmo y su floja interpretación (Cooper contaba ya 47 años y ciertamente estaba algo tocado), la parrafada es memorable.

  • Nota 1: recuerdo a Sawyer ("Lost") leyendo este libro en algún capítulo de la serie.
  • Nota 2: actualmente es difícil encontrar libros de Rand en España. Que alguien me lo explique.
  • Nota 3: aquí, aquí y aquí se puede ver y escuchar a Rand en varias apariciones televisivas de mucho nivel. Maravillosos los 2 primeros minutos del último youtube. Escuchar a Rand autodefiniéndose ante las preguntas/interrogatorio (“¿Quién es usted?”, ¿Por qué ha venido a USA?”…) que el periodista le lanza, es una gozada.
  • Nota 4: el Instituto Ayn Rand es una maravilla. Pasen y vean.
  • Nota 5: sí, el dichoso monólogo, lo sé. En la siguiente entrada, venga.

1 comentario:

  1. Gran peli!. Yo nunca he sido un gran aficionado a los remakes, pero últimamente he desarrollado una verdadera fobia hacia las revisiones de clásicos (o no). No importa si el resultado es bueno, aceptable o bochornoso, me repele el hecho en sí de la falta de ideas que obliga a echar mano de films que no deberían ser profanados. Llamadme integrista...

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