viernes, 2 de julio de 2010


Así se le ha quedado la jeta a Otto cuando hace escasas horas el avión en el que viajaba ha descendido unos 40 metros en caída libre en medio de lo que parece ser una bolsa de aire caliente (o eso ha dicho el piloto una vez enderezado el puto avión). "Pájaro de hierro", que decía Tarzán, ¿no? El maldito pajarraco de hierro -de latón, más bien- repleto de ingleses con sombreros mejicanos (ellos) y collares de perlas cutres en escotes prominentes (ellas) ha pegado un bajón que -fíjense por dónde- me ha hecho descubrir lo que son el cardias y el píloro, esas dos simpáticas palabrejas que todos hemos escupido en algún estúpido examen y que hoy, gracias a la caprichosa bolsa de aire caliente (de repente me he imagionado una bolsa de agua caliente de las de mi abuela flotando entre las nubes e impactando contra el avioncejo...), he notado ampliamente en mi propio vientre -también de latón-.
Gritos, suspiros, varios OMG, alguna que otra risa y algún "Oooohhh" se han oído en los escasos tres segundos que ha durado el pista-looping de los cojones. Y miren por dónde, a mi me ha dado por pensar WHAT THE HELL, JERÓNIMO y cosas por el estilo.

¡Tonta, que no soy Jack! Por cierto, ¿tienes galletas?

2 comentarios:

  1. las bolsas de aire son chungas. una de cuarenta metros te pone los juanetes por corbata. pero por ahí he leído que el salto hacia abajo puede llegar a ser de algún centenar de metros. no sé si será leyenda aérea pero por saint-ex que no tengo ganas de comprobarlo...

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  2. 100 metros de caída libre tiene que ser como para darle un abrazo al tipo de al lado y comenzar a confesarse y tal...
    Cuando el piloto dijo "forty meters" yo pensé "ni de coña", será "fourteen meters", pero no, para un avión que mide unos 5m de alto bajar 14m es un pequeño bache casi imperceptible. 40 metros de nada nube arriba nube abajo, sí señor.

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