Se acercan las fiestas del barrio de Gracia y uno vuelve a darse cuenta que ha llegado tarde.
Pensé hace tiempo: "O participar o huir". Y, as usual, ni la una ni la otra. Y ya están aquí (como los Toreros Muertos, sí), sin avisar, just like that, en plena calle.
Pero no, no voy a quejarme esta vez. Se acabó. Me infiltraré. Fingiré pasarlo bomba, aplaudiré al amable teenager que meará cada fokin madrugada en la puerta de casa, beberé con él y diré las mayores necedades con él. Sí, porque las fiestas me encantan, para qué negarlo.
Nota 1: sí, he sonado a abuelete quejón. Lo sé. So sorry.
Nota 2: no sé qué decir, no estoy inspirado, quizá empiece ya mismo a beber...
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