lunes, 2 de agosto de 2010

Todos somos Iris Murdoch


Recuerdo cuando me recomendó, como quien no quiere la cosa, "El príncipe negro", al haber osado decir que pocas autoras me tocaban el alma. Ignoracia pura y dura, vamos. Me soltó "Esta novela te gustará". Y ahora -que buscando otra cosa me encuentro con este fragmento- es el momento.

"Acogemos las catástrofes de nuestros amigos con un placer que realmente no excluye la amistad. Ello obedece en parte, aunque no del todo, a que nos complace sentirnos calificados de auxiliadores. La catástrofe inesperada e incongruente resulta especialmente estimulante. Yo sentía gran afecto tanto por Arnold como por Rachel. Pero existe una hostilidad natural, tribal, entre las personas casadas y las solteras. No soporto las exhibiciones, a menudo instintivas, que hacen las personas casadas a fin de insinuar no sólo que son más afortunadas, sino en cierto aspecto más morales que tú. Por otra parte, y esto apoya su causa, el soltero suele suponer ingenuamente que todos los matrimonios son felices a menos que demuestren lo contrario".

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