Esa cosa del despedirse.
Un amigo dice que la gente que no sabe despedirse es la gente que vale la pena conocer. Y Otto está bastante de acuerdo. Eso de abrazarse y darse palmadas de machote es bastante impostado. Conozco a pocas personas que lo hagan de corazón. El darse la mano es frío y algo business, los besos en la mejilla como que no. A Otto le gusta despedirse a la francesa o con un simple "adiós". En un aeropuerto francés Otto vió en la terminal de vuelos baratos una señal con el básico concepto de "Kiss & Fly". A veces Otto se despide de amigos del alma como si los conociera de hace dos minutos. Y está bien. Otras, se despide demasiado efusivamente de gente que ha visto una sola vez. Eso lo achacaremos a la incomodidad/gilipollez de los momentos incómodos/gilipollas. Y no está bien. Lo que ocurre es que Otto no sabe despedirse en general, osea que poco kiss y mucho fly. Pero está bien.
Nota 1: canciones para despedirse. Tema espinoso porque la música que suena en las pelis cuando alguien se despide no es precisamente la que eligiría ese alguien mientras dice adiós.
Nota 2: despedirse en un lugar anacrónico, feo, mierdoso, implica estar expuesto a la peor banda sonora del adiós. Y eso duele porque esa maldita bachata o one hit wonder ochentero se pegará a tu hipófisis hasta el fin de los días. ¡Qué asco despedirse así!
Nota 3: despedirse en estaciones de tren. Todo un arte al que Otto quiere dedicar una entrada especial en este blog.
Canciones de adiós: "So long, Marianne", de Leonard Cohen. "Till the next goodbye", de Rolling Stones.
Pelis de adiós: buf, mejor otro día.
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