Otto firmaba como Octavio B.C. cuando comenzó a reseñar discos allá por 1998. Luego su impuso Octavio B. Campos y luego otras combinaciones, siempre buscando el toque “cool” de tener un nombre a lo Edward. G. Robinson y así pretender algo. Dándole vueltas al tema, Otto advierte que muchos nombres con tales abreviaturas, accidentes misteriosos, apellidos escamoteados y tropiezos varios pertenecen casi siempre a personas que admiro por uno u otro motivo. Aquí unos cuantos (sí, linkeo el que me apetece):
J.J. Cale, L.L. Cool J., P. P. Arnold, Cecil B. DeMille, P.J. Harvey, John C. Reilly, Rufus T. Firefly, J. T. Leroy, Milo J. Krmpotic´, T. S. Elliot, William S. Borroughs, Philip K. Dick, J.D. Salinger, James M. Barrie…ufff…¿más?...Carl T. Dreyer, H. R. Giger, Hunter S. Thompson, Michael C. Hall, James L. Brooks, W.C. Fields, C.S. Lewis, J.R.R. Tolkien, D.H. Lawrence, Carlos G. Vela, Mary W. Shelley, E.M. Cioran, W. Somerset Maugham, Samuel L. Jackson, E.L . Doctorow, Mary J. Bigle, C. C. Deville, K.K. Downing, Joseph L. Mankiewicz…
Ilustro entrada con el admirado Edward G. Robinson, mi pequeñajo cabrón del cine de siempre, que por cierto palmó justo después de rodar esta gran película.
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