La persecución de una mosca por un frustrado sesteante durante 15 viñetas en una entrega de 1861, la exposición del problema de un dolor de muelas y de su arreglo en un episodio de 1862 con 25 viñetas, y en el mismo año, la historia de un dormilón obstaculizado en sus propósitos por una pulga. Cosas así narraba e ilustraba Wilhelm Busch, un maestro precursor del cómic.
A Otto siempre le encantó su obra capital, "Max und Moritz", fechada en 1865, donde se cuentan las andanzas de dos gemelos que destruyen el orden de su alrededor hasta extremos alucinantes.
La inclinación de Busch a la crueldad mediante satíricos relatos en imágenes puede detectarse ya en un fragmento de una carta que escribió a un amigo: "¿Nunca has sorprendido la expresión de los niños cuando miran a un cerdo matar? ¿No? Pues recuerda la expresión de la Medusa. La muerte, la crueldad y la voluptuosidad se reúnen allí." Glups. Otto leyó y releyó esta historieta cuando era peque, y siempre encontró que las miradas de los niños eran devastadoras. Otto se compró tres ediciones de "Max und Moritz" hace poco y sigue disfrutando como un enano observando las viñetas de Busch, quien, por cierto, también ilustró "Hänsel und Gretel".
Lo de "Max und Moritz" en Alemania es demasié. Estos gemelos son iconos, mitos literarios; son parte del imaginario germano y sobre el relato se han hecho miles de versiones, relecturas, adaptaciones, series de tele, series infantiles, series porno, sellos, pegatinas, merchandising para parar un tren. Otto entró hace poco en un bar berlinés que llevaba el mismo nombre. Pero nadie, NADIE lo ha traducido al español. ¿Alguien querrá editar esta maravilla en castellano?
Otro día hablaremos de contemporáneos de Busch, como Caran D´Ache (sí, sí, el que luego dió nombre a los famosos lápices), Gustave Doré y Cham. Todos muy muy grandes y reinvindicables at any time.
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