lunes, 6 de diciembre de 2010

13 relojes

En el país de los ciegos...

James Grover Thurber (Ohio, 1894-1961) fue un escritor y humorista gráfico norteamericano cuyos trabajos le dieron un lugar entre los mejores humoristas del siglo XX. Trabajó en el Departamento de Estado y de ahí marcho a París, donde trabajó en la edición francesa del Chicago Tribune. Se mudó a Nueva York y trabajó como reportero para el Evening Post. En 1927 se convirtió en escritor y director del New Yorker.


Leo por ahí que Thurber se quedó ciego de un ojo jugando con su hermano. Al parecer, jugando una mañana a ser Guillermo Tell, fue disparado con una flecha y perdió el ojo. Ups. La tecnología médica de aquella época no pudo ayudar a que Thurber siguiera con sus dos ojos, y se quedó tuerto hasta su muerte. Siempre tuvo problemas en clase, en gimnasia y con todo tipo de actividades lúdicas precisamente por esa importante pérdida. Dicen que de ahí vino un desarrollo verdaderamente excepcional de su imaginación, pero no está claro. Un neurólogo que atendió a Thurber varios años después de su accidente dijo que el pequeño James sufría el síndrome Charles Bonnet, una condición que causa complejas alucinaciones visuales en personas totalmente sanas mentalmente pero que han pasado por pérdidas de órganos tan importantes como los ojos. Dicen que al morir, en 1961, de un infarto en su propia casa, sus últimas palabras fueron: “God…God bless…God damm!

Thurber fue el autor de numerosos y exitosos libros que tratan con dureza la vida diaria del hombre común. Entre sus obras destacan: Is sex necessary? (1929), The Owl in the Attic and Other Perplexities (1931), My Life and Hard Times (1933), The middle-aged man on the flying trapeze (1935), Let your mind alone! (1937), Fables of our time (1940), The male animal (1940), The Secret Life of Walter Mitty (1942) su obra más conocida, The thirteen clocks (1950), The Wonderful O (1957), The Years with Ross (1959) un recuento de su trabajo en el New Yorker. Una veintena de sus trabajos literarios fueron llevados al cine. En sus últimos años, ya casi ciego, tuvo que dejar su labor artística.

Me he soplado “Los trece relojes” en una hora de fantástica lectura en el sofá. Escrita en 1950, esta breve historia está escrita con una cadencia sublime. Bravo el trabajo del traductor Joan Eloi Roca, que recrea los juegos de palabras, las aliteraciones y otros trucos lingüísticos -heredados sin duda de Lewis Carroll- con maestría. ¿El argumento? No, no lo voy a explicar. Sólo diré que “La princesa prometida”, de William Goldman, tiene una deuda bastante importante con esta joya de Thurber. Y que aparece un Gólux, un Xingu, y una princesa llamada Saralinda. Ah, y Zorn de Zorna. El prólogo es de Neil Gaiman, otro fan de Thurber, claro. “Los trece relojes” ha sido editada por Ático de los libros.

1 comentario: