miércoles, 1 de diciembre de 2010

Mppppffrrr...grrrrrrrrrrrrrr...

Es curioso que muchas veces, a pesar de la edad, la supuesta madurez, la templanza, la experiencia, la supuesta sabiduría, pero también la dejadez, la tranquilidad, la autoestima, la risa que hacen las cosas siempre, uno acabe cabreándose como un niño. Una rabieta infantil, una pura y simple rabieta infantil que ni refleja el cabreo ni arregla nada. ¿Realmente cambiamos algo nuestra manera de reaccionar ante las situaciones con los años? Pues no sé yo...

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