"Atravesando aquella oscuridad (nunca abría los ojos) llegaba hasta él la voz profunda de Katia y de su niebla musical de pesares y despedidas, y posibilidades de felicidad perdidas, y de nuevo Rusia, una Rusia casi desconocida y lejana, con la misma nieve y los cocheros y las campanillas. Y fue en medio de aquel eterno llanto, aquella melodía gitana, aquel lamento continuado, cuando comprendí el error irreparable de aquella vida y de todo lo que nos estaba ocurriendo".
Esto lo escribe Gaito Gazdánov en "Caminos nocturnos", novela editada por Sajalín de la que voy a dar buena cuenta antes de final de año.
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