
Admito que se acercan quince días de órdago, difíciles de soportar, con gente inaguantable. Con gente. Mucha. Y preguntarán cosas insulsas, me señalarán, me pisarán y me gritarán.
Si me pillan
de aquella manera o
de aquella otra, sujéntense,
bye, bye, y hasta otro ratito, eh?
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