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Dos pintores que a Otto no le llegan, no le transmiten, no le gustan. De Chirico y Magritte. Quizá ambos por las mismas razones. Esos paisajes vacíos, aparentemente metafísicos; esos objetos fuera de contexto, esos juegos y guiños; esa supuesta psicología detrás, esas so called paradojas, lo ordinario y lo extraordinario en un mismo plano; esas atmósferas oníricas (los paisajes de mis sueños no se parecen en nada a sus cuadros) , esas sombras impropias, esos momentos tan freudianos (y por lo tanto desfasados y aburridos), ojos, nubes, sombreros de copa, palomas, caballos, maniquís, estatuas, relojes, bustos, bigotes, panteones, esqueletos. BORING. DÉJÀ VU. Son obras para decorar salas de espera de oculistas, dentistas y otros matasanos.
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