jueves, 1 de abril de 2010


"He recibido su último libro contra la humanidad y le doy las gracias por él. Jamás se había empleado tanta inteligencia en demostrar que somos todos idiotas. A uno le entran ganas, al leer el libro, de ponerse a andar a gatas. Pero como hace más de sesenta años que perdí esa costumbre, me entristece no poder retomarla. Tampoco puedo marcharme a vivir con los salvajes del Canadá porque las enfermedades a las que estoy condenado me obligan a disponer de un médico europeo". Esto escribía Voltaire a Rousseau como respuesta al "Discurso sobre el origen de la desigualdad del hombre". Si a Otto le encanta el cinismo de Voltaire, todavía le gusta más la tesis de Rousseau. Pero cuidado: el hombre no debe volver a su estado salvaje, no, no, no. No condenaba Rousseau la sociedad entendida como vida en sociedad, sino la sociedad convertida en sistema de explotación que los fuertes han impuesto a los débiles. La perversión del orden natural, eso sí que le mosqueaba, y mucho, a Rousseau. Hats off to Rousseau.

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