Abrimos nueva sección. Canciones que molan. Que me molan. A Otto le apetece desmenuzar canciones que por un motivo u otro le han marcado. Canciones que ha escuchado en mil ocasiones y que siempre están ahí, esperando refugiarse en ellas. Canciones reconfortantes, importantes, canciones beyond good and evil. “The Way Young Lovers Do”, de Van Morrison. Quede dicho que no soy fan del irlandés. Tengo tres discos suyos y poco más. Su voz me acostumbra a cansar cuando llevo escuchados ya cuatro temas. Es demasiado nasal para mi gusto, aunque sus registros y su estilo están fuera de toda duda, eso sí.
La canción per se: Incluida en el disco “Astral Weeks” (1968), esta canción no se asienta en acordes de guitarra ni tiene una estructura típica del rock o el pop (ritmo 4/4 en la batería). La frase del contrabajo -en manos del veterano músic Richard Davies- es totalmente jazzística, y el ritmo del batería es 3/4. Si alguien quiere leer esta entrada escuchando la canción, mucho mejor. O quizá mucho mejor escuchar primero la canción y luego -si hace falta (que no la hace)- leer esta reseña. ¿Sí? ¿Ya? Increíble, ¿no? ¿Qué ha sonado primero? Unos acordes de guitarra con un vibráfono. Luego entra Morrison y el baterista empieza darle a la caja mientra el contrabajo se marca unas lineas realmente alucinantes y el vibráfono sigue acompañando. También una tímida sección de metales anticipa unos arreglos, y unos violines de otro mundo van marcando cada final de frase. Llegamos al segundo 35 y la sección de vientos se marca un arreglo majestuoso, un subidón que dice “cuidado, este tema no es un tema habitual”. Y se pone la piel de gallina porque sabes –uno sabe cuando algo grande está a punto de llegar- que la eclosión es inminente. Llegamos al segundo 40 y los vientos vuelven a pegar un aviso. Llega, llega. ¡Plash! Entre el segundo 53 y el 56 se genera un impass, un semi vacío de contenido -es un decir- que da paso a la magia pura: segundo 57: llega lo que diríamos que es el estribillo, el momento en que toda canción debe acabar de engancharte -si no lo ha hecho ya- el clímax con los violines y la voz de Morrison diciendo “Then we sat on our own star and dreamed of the way that we were and the way that we were meant to be then we sat on our own star and dreamed of the way that i was for you and you were for me”. Bufffffffffff. Y uno se queda congelado en la silla pensando: “¿Esto se puede superar?” Y Van Morrison y sus músicos te dicen in your face: “SÍ, escucha esto, palurdo”. Y sin haberte podido recuperar de esos violines y esas trompetas de otra galaxia llega (minuto 1´21´´) la frase: “and then we danced the night away and turned to each other, say, 'i love you, i love you'// the way that young lovers do”, que Morrison acomete con más fuerza todavía, como para rematarte, como para constatar que sí, que cuando los amantes se declaran su amor (llámenme cursi) todo lo demás es silencio. Hay que decir que mientras el irlandés suelta estas mismas frases, el contrabajo hace unos contratiempos jazzy que no todo el mundo entiende. Es muy free-style, su momento “absolutely free”, y es cierto que puede parecer algo raro, pero yo pienso que es sublime. Llega el 1´41´´ y Morrison y la trompeta improvisan un solo, cada uno a su manera y sin pisarse. Para los más avezados, aviso que aparece también una flauta travesera maravillosa, soltando notas y mini arreglos ciertamente bonitos. Luego se vuelve al estribillo, repetición, y final con apoteosis de la sección de viento y acabado en fade out. Tres minutos y diecisiete segundos de pura gloria. Orgasmatrón.
Mis cosas: Este es un tema inusual, lleno de magia y misterio, una canción turbadora que suele gustar más a los músicos que a los que no lo son. Su letra es algo inocente, pero estoy convencido que es a sabiendas. Como si un teenager la hubiera compuesto, como si se quisiera describir -con la poética inflamada de los 16 años- el torbellino de emociones que se viven al enamorarse a esa edad. ¿El tema va sobre hacerse mayor? Eso se lee por ahí. No sé, sí, quizá también, pero da igual.
Los músicos que participan en este tema son: Van Morrison (guitarra y voz), Richard Davis (contrabajo), Connie Kay (batería), Barry Conrfeld (guitarra), John Payne (flauta), Warren Smith jr (percusión y vibráfono), Larry Fallon (teclados). No se menciona la sección de vientos: craso error.
¡plas, plas, plas! sublime tú, Otto. Por otra parte, esta es mi segunda canción favorita de Morrison (y yo sí que soy muy fan), aunque la primera no es tan buena como esta.
ResponderEliminarThanks, anónima de Chamberí. Lo que me lleva a preguntar cuál es tu primera canción favorita del irlandés. Déjalo, ya lo sé. Creo.
ResponderEliminarSí, esa.
ResponderEliminarla canción es preciosa, sí señor
ResponderEliminarYeah!man!
ResponderEliminar